Finge estar «embarazado» para demostrar que no es tan complicado tener un baby en el vientre.

Llevar en el vientre un hijo no es exactamente poca cosa: además de las náuseas, las contracciones y todas las posibles complicaciones, están las dificultades objetivas que respectan la vida cotidiana. Un joven australiano de nombre Maitland Hanley, cuando ha visto que su compañera estaba en la dulce espera, ha querido hacer una prueba de verdad insólita, o sea, probar vivir lo cotidiano de una mujer embarazada. 

¿Cómo? Bien, ¡haciendo de cuenta estar «embarazado» obviamente! El joven hizo este experimento casero con espíritu irónico, asumiendo que, en el fondo, «el embarazo no es después de todo tan pesado». ¿El resultado? ¡Entendió por su cuenta que se estaba equivocando a lo grande!

El joven hizo de cuenta por un día entero estar embarazado, exactamente como habríamos hecho de niños: ha utilizado una sandía y otros dos melones para disimular la panza y el seno agrandado, atando todo con muchísimo papel film para alimentos. Después de esto, ha intentado desenvolver simples actividades que una mujer cumple en su rutina, como por ejemplo ponerse los zapatos, bajar de la cama o salir de la bañadera. Cada una de estas actividades ha sido rápidamente registrada en un video por su compañera embarazada pero de verdad y por un amigo en común, los cuales han publicado todo después en un reportaje por TikTok.

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¿Cómo estuvo el experimento? ¡Seguro no como se lo imaginaba Maitland! Levantarse de la cama ha resultado ser una actividad muy cansadora y para nada simple, ¡no como habría debido ser! Obviamente, la escena ha sido acompañada por grandes carcajadas por parte de la compañera y de su amigo. La misma dificultad al salir de una bañadera o aún más simplemente, lograr ponerse de pie después de haber hecho un poco de movimiento: «¡No puedes hacer presión sobre la panza!» le grita la compañera, mientras lo ve rodar sobre el piso con la intención de levantarse.

Por no hablar, finalmente, del simple gesto al ponerse el calzado: «Por eso es que las mujeres embarazadas están a menudo con los pies descalzos en la casa» debe haber pensado Maitland mientras trataba desesperadamente ponerse el zapato derecho y estar en equilibrio.